Lo que está en juego en el escrutinio del 8 de septiembre: ¡Por un Marruecos aún más fuerte en términos de su monarquía y sus instituciones!
Legislativo, autonómico y comunal: el 8 de septiembre de 2021, 18 millones de marroquíes están convocados a las urnas para estas tres elecciones que decidirán el futuro gobierno y que sellarán el futuro del país que logra aflorar a la superficie de cara a repercusiones tan impredecibles como desastrosas la pandemia de Covid-19 y la crisis económica resultante.
Ante la pandemia y los retos de la vacunación de los que depende la recuperación económica, estas elecciones son decisivas ya que darán nacimiento a un nuevo mapa político, un mosaico formado por partidos políticos que tendrán la pesada tarea de llevar a cabo el nuevo modelo de desarrollo.
Hasta entonces, y gracias a la guía real, el Reino ha logrado hacer frente a una pandemia que ha devastado muchas economías en el mundo. La campaña de vacunación va por buen camino. La economía se está recuperando lentamente.
El estudio publicado en julio de 2021 por el Gabinete Deloitte subraya que “En un contexto de crisis global provocada por Covid-19, el Reino de Marruecos ha demostrado una notable capacidad de respuesta en términos de salud, así como en los planos económico y financiero. El Reino logró reorganizar el tejido productivo para bloquear las olas de contaminación, al tiempo que desplegó importantes medidas destinadas a servir como amortiguador económico, del significativo choque social inducido por las medidas de confinamiento”. El mismo estudio agrega que el reino ha lanzado reformas fundamentales que incluyen el establecimiento del fondo de inversión Mohammed VI, la expansión de la protección social o la legalización del cannabis con fines terapéuticos.
Esto significa que las elecciones legislativas del miércoles 8 de septiembre, las terceras desde la reforma constitucional de 2011 que prevé en particular que el jefe de gobierno sea designado dentro del partido que ganó las elecciones legislativas con prerrogativas ampliadas, son concluyentes en este sentido. Los grandes favoritos entre los partidos políticos (PJD, RNI, Istiqlal, PAM, USFP) están llamados a asumir los nuevos desafíos que se vislumbran en el horizonte tanto económico como social. Aunque, por cierto, el PJD ha perdido gran parte de su credibilidad popular. Estas formaciones políticas están llamadas a colaborar ante los resultados esperados del nuevo cociente electoral (la mayoría de gobierno no se puede constituir con los dos o tres primeros partidos).
Marruecos tiene todo para presumir de ser parte de los países emergentes. Las reformas emprendidas deben tener éxito para lograr este objetivo. Además, las desastrosas consecuencias de la pandemia o más bien de la crisis económica requieren una reforma social en el contexto de la generalización de la protección social y los seguros de salud durante cinco años.
Además de los aspectos económicos y sociales, estas elecciones también son importantes desde el punto de vista político y diplomático. Las recientes reacciones y los recientes éxitos de la diplomacia marroquí, ante las travesuras de Argelia y las turbias maniobras de España y Alemania, hacen que cada marroquí se sienta orgulloso de su patria y de sus instituciones. Por tanto, un mayor fortalecimiento de la buena gobernanza sólo puede consolidar esta imagen sin precedentes de un Marruecos fuerte que «no se deja pisotear» y que defiende su integridad por todos los medios preservando sus asociaciones con asociados dignos de ese nombre.