DISCURSO REAL DE APERTURA DEL PARLAMENTO: HOJA DE RUTA PARA UN MARRUECOS EMERGENTE, SOLIDARIO Y JUSTO

En un contexto político que marca la apertura del último año legislativo de la undécima legislatura, el discurso pronunciado por Su Majestad el Rey Mohammed VI ante el Parlamento, el viernes 10 de octubre de 2025, estableció un rumbo estratégico y exigente para la acción pública. Este solemne momento, inscrito en el marco constitucional, fue percibido como una hoja de ruta destinada a acelerar la transformación del país hacia un modelo de desarrollo más inclusivo y territorialmente equilibrado.
El Soberano insistió en la necesidad de una movilización colectiva y responsable de todas las instituciones y fuerzas vivas de la nación. Su alocución, a la vez pedagógica y firme, interpeló directamente a los parlamentarios y al gobierno, invitándoles a demostrar compromiso, integridad y abnegación en el cumplimiento de sus misiones. Se recordó que la confianza depositada en ellos por la Nación exige una rendición de cuentas clara y una acción orientada hacia resultados tangibles.
En el corazón del discurso real figura el imperativo de justicia social y espacial. El Soberano subrayó que los frutos del crecimiento deben beneficiar a todos los ciudadanos, sin exclusión ni disparidad territorial. Esta visión se sustenta en un enfoque renovado del desarrollo local, considerado como el verdadero reflejo de los progresos realizados. Las zonas montañosas, los oasis y el litoral fueron mencionados específicamente como áreas que deben ser objeto de una atención particular y de programas adaptados, en el marco de una política nacional de solidaridad territorial.
El desarrollo armónico de los territorios exige, según el Soberano, un cambio significativo de mentalidades y métodos de trabajo. Se hizo hincapié en la cultura del resultado, la eficiencia de la inversión pública y la lucha contra las cargas administrativas. La modernización de la gobernanza pasa por la utilización de tecnologías digitales, la promoción de iniciativas locales y la creación de empleo para los jóvenes, especialmente en los sectores prometedores de la educación y la salud.
En el plano diplomático, se elogiaron los esfuerzos en materia de diplomacia partidista y parlamentaria, con el objetivo de servir con eficacia las causas supremas de la Nación. Paralelamente, se reafirmó el papel de las instituciones en la tarea de orientar a los ciudadanos y comunicar en torno a las reformas, con el fin de fortalecer el vínculo de confianza entre el Estado y la sociedad.
Con un estilo sobrio y comprometido, el discurso también hizo un llamamiento a una sinergia entre los grandes proyectos estructurantes y las políticas sociales, rechazando cualquier oposición entre las ambiciones nacionales y las necesidades cotidianas de la población. Esta complementariedad se presenta como la clave de un desarrollo sostenible y equitativo, donde cada región, cada comunidad, debe encontrar su lugar y beneficiarse de las mismas oportunidades.
Mientras el país se encamina hacia un año electoral decisivo, el mensaje real pretende ser a la vez una brújula y un recordatorio al orden. Traza una perspectiva exigente para la acción pública, fundamentada en la responsabilidad, la transparencia y la búsqueda del interés general. La cita coránica que cerró el discurso —que evoca la retribución de cada acto, por ínfimo que sea— reforzó el alcance ético y moral de este llamamiento al despertar colectivo, invitando a cada actor a asumir plenamente su parte en la construcción de un Marruecos emergente y solidario.
